A menos de medio grado.

Realmente cerca. Más cerca de lo que habían estado en los últimos 24 años. Tan cerca que ni el ser astronómicamente más insensible habría podido sustraerse al espectáculo. Así de juntitos paseaban esta noche Venus y Júpiter por la constelación de Leo. Como esperando a ponerse bajo el horizonte para engendrar a Fortuna ocultos a la vista de los mortales.
Mientras, en la Tierra, la luz del Sol reflejada por ambos planetas, tras recorrer unos cientos de millones de kilómetros, impresionaba el sensor de una EOS 500D, ajustada a una apertura de f 5,6, a medio segundo de exposición y a ISO 3600. El resultado es la imagen que ilustra este artículo. En ella, Júpiter aparece con su cohorte de satélites galileanos. Ganímedes a un lado; e Io, Calisto y Europa, al otro. Venus resplandece con un brillo más de diez veces superior al del Rey de los dioses. La Belleza, como suele, se impone al Poder.
Preciosa la foto y genial el post¡¡