El dios del trueno frente al Río Oscuro


El Río Oscuro nace en un paraje fronterizo entre el reino del Escorpión, al sur, y el del Serpentario, al norte. En el trono del Escorpión, los rojos fulgores de la guerra rodean a Antares, soberano del reino y rival eterno del dios Marte. En las tierras del norte, fantasmales brumas azules señalan los lugares donde el médico Esculapio, instruido por serpientes, practica ritos que devuelven la vida a los muertos. Pero el destino de Esculapio está sellado: sus sortilegios de reanimación de cadáveres han desatado la ira de Plutón, rey del Inframundo y custodio de las almas de los muertos, quien ha exigido de su hermano Júpiter, dios del trueno y rey de los dioses, que ese médico hechicero que está quebrantando las leyes mismas del universo sea implacablemente aniquilado.
Y así, Júpiter ha cabalgado desde el Olimpo, recorriendo la Vía Láctea a lomos de un corcel negro, hasta la desembocadura del Río Oscuro. Desde allí, envuelto en un brillo majestuoso y terrible, el padre de dioses y hombres se dispone a navegar río arriba hasta alcanzar las tierras del Serpentario, donde habita Esculapio, con el propósito de descargar sobre él un trueno fatal que ponga fin a sus abominables prácticas.
Esta es la historia que cuenta la imagen de este post. Una historia de mitos y dioses. Una de las mil historias que los seres humanos hemos dejado escritas en el cielo. Conozcamos cuáles son los párrafos del firmamento en los que se describen sus personajes y lugares.
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El reino del Escorpión es la constelación de Scorpius, que ocupa aproximadamente la mitad inferior derecha de la imagen; la mitad superior izquierda está dominada por el reino del Serpentario, la constelación de Ophiuchus, que representa la figura mitológica del médico Esculapio.
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Ocupando casi toda la cuarta parte izquierda de la imagen, se dibuja la nebulosa del Caballo Oscuro (con las patas mirando hacia la derecha), un complejo de nebulosas oscuras cuyos miembros principales llevan los números 59, 68, 72, 77 y 78 del catálogo de Barnard. Sus tonos marrón oscuro destacan con claridad sobre el fondo brillante de la Vía Láctea.
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Junto a la pata delantera del Caballo, brilla majestuosamente el planeta Júpiter, que es, con diferencia, el objeto más destacado de la imagen.
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A la derecha de Júpiter se extiende la larga banda parda que forma la nebulosa del Río Oscuro. Al igual que el Caballo Negro, esta nebulosa está formada por masas de gas y polvo interestelar que ocultan la luz de las estrellas que se encuentran detrás de ella.
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En el extremo derecho del Río Oscuro se encuentra el Complejo Nebular de Rho Ophiuchi, otra nube de gas y polvo que constituye una de las regiones de formación estelar más próximas a nuestro Sistema Solar. Es, además, un área del cielo particularmente vistosa, ya que los diferentes colores de las estrellas del interior de la nube le proporcionan reflejos de variados tonos:
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Antares, la estrella más brillante de la constelación de Scorpius (por este motivo también conocida como el Corazón del Escorpión), una supergigante roja, ilumina las nubes que tiene en su proximidad con un brillo anaranjado. A su derecha aparece el cúmulo globular M4, similar a una estrella algo menos brillante que Antares y de bordes difusos. Otro cúmulo globular (NGC 6144), mucho más pequeño y apagado, se puede apreciar a un tercio de la distancia entre M4 y Antares, en posición de las dos horas del reloj con respecto a esta.
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Rho Ophiuchi, la estrella brillante que se encuentra justo por encima del extremo derecho del Río Oscuro, es en realidad una estrella múltiple compuesta por varias subgigantes azules. Las nubes que la rodean reflejan su luz, proporcionándole un hermoso halo azulado.
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A fin de hacernos una idea de la posición de estos objetos en nuestra Galaxia, hemos indicado en el gráfico inferior la localización del Sol, de las estrellas Antares y Rho Ophiuchi, y de los cúmulos globulares M4 y NGC 6144. Como se aprecia, las dos estrellas están enormemente cercanas al Sol —en términos relativos, obviamente— y tan próximas entre sí que aparecen como un único punto en el gráfico; en cambio, M4 se encuentra muy distante, a un tercio aproximado de la distancia entre el Sol y el núcleo de la Vía Láctea, y NGC 6144 mucho más lejano aún, en la inmediaciones de dicho núcleo.
Para terminar, ya que hemos concluido el relato de la historia que cuenta la foto, vamos a narrar, a modo de epílogo, la historia de cómo esta se tomó. Una historia, ciertamente, mucho menos épica, pero que a los aficionados a la técnica fotográfica puede llegar a interesar.
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La imagen se ha tomado con un equipo de astrofotografía estrictamente minimalista: cámara réflex Canon 500D, objetivo de 50 mm., trípode común e intervalómetro. No se ha empleado, por tanto, ni telescopio, ni filtro, ni ningún tipo de seguimiento.
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La localización elegida fue un paraje ubicado en el término de Alcalá de los Gazules, en las inmediaciones del Parque de los Alcornocales, en una noche despejada y con algo de humedad, con un cielo de clase 3 (rural) en la Escala de Bortle.
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Las tomas realizadas fueron las siguientes:
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3 series de 40 fotos de 4 segundos cada una tomadas a ISO 12.800; cada serie con una exposición distinta, con el fin de obtener una imagen final de alto rango dinámico (HDR):
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Serie A, a f/1,8
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Serie B, a f/2,8
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Serie C, a f/5,0
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40 dark frames con los parámetros de exposición mencionados
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Es de destacar el hecho de que, por error, las imágenes de tomaron en JPG en lugar de en RAW, como es preceptivo en fotografía astronómica. El resultado, sin embargo, a pesar de la pérdida de información inherente al formato empleado, ha sido sorprendentemente aceptable.
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Finalmente, el procesado se realizó en dos etapas:
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Apilado con DeepSkyStacker, empleando el método de Entropy Weighted Average, que ha resultado ser idóneo para fotografía HDR.
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Revelado posterior en Adobe Lightroom.
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¡Enhorabuena! Tanto por la fotografía como por la explicación. 👏👏👌