El eterno problema sin solución

El eterno problema sin solución

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La contaminación lumínica es el problema más importante que nos encontramos los amantes de la astronomía prácticamente desde cualquier punto del planeta, por lo menos en los países desarrollados. No sin esfuerzo, tenemos todavía gracias a unos pocos, algunos parajes con un cielo nocturno digno de ser contemplado, las reservas Starlight y áreas cercanas a observatorios astronómicos con solera, antes de que la astronomía puntera se fuera a las áreas más recónditas y altas del planeta, como los picos volcánicos de Hawaii o el desierto de Atacama. Salvo que vivas o trabajes en esos sitios privilegiados no podrás disfrutar en todo su esplendor de uno de los patrimonios de la humanidad, el cielo nocturno.

Como no me cuento entre este grupo escogido de personas, tengo que convivir con la contaminación lumínica. Se convive con esfuerzo, bien desplazándote largas distancias o pertrechándote con equipos que lo mitiguen, llegando a un equilibrio que nunca te convence, pero es lo que hay.

Mi situación de partida y del resto de compañeros de la agrupación no es la mejor. Enclavados en el sur de la península ibérica, en la provincia de Cádiz y concretamente en los alrededores de Jerez de la Frontera, no es de los mejores cielos del planeta. Es una región bastante poblada y mal iluminada.

Nos damos cuenta de ello cada vez que salimos de observación. Los objetos que podemos observar desde nuestro sitio «habitual» no están limitados por la apertura de los telescopios que tenemos o por las condiciones meteorológicas (que sucede a menudo), también influye cuanta luz tenemos en nuestro entorno.

El pasado 22 de junio tuvimos una salida de observación especial con los chicos del grupo Philae del instituto de enseñanza secundaria Caballero Bonald, que como premio a sus esfuerzos en la divulgación científica en diferentes ferias de la ciencia, tuvieron una noche de observación astronómica con sus profesores (Andrés y Javier) y otros compañeros de Magallanes.

En concreto, nuestro compañero Luis María Moguer realizó esta gran fotografía en la que se aprecia nítidamente la contaminación lumínica que soportamos en nuestros alrededores.

Debido a que se aprecian tan claramente los focos de contaminación lumínica, decidí tomar como base esta imagen y hacer un pequeño estudio sobre dicha contaminación. Decidí identificar cada núcleo de población que provoca cada punto de contaminación, señalando la distancia que le separa del punto de origen de la fotografía.

Os comento el procedimiento que realicé para que lo podáis repetir para cualquier fotografía en la que se tenga constancia en el horizonte de los puntos de emisión de contaminación lumínica.

Lo primero es extraer los datos de la fecha y hora de la imagen. Con esos datos y con ayuda de un programa planetario (en mi caso Starry Night) simular el cielo visto en la imagen, colocando los valores de localización, fecha y hora, desplazando el punto de visión por el horizonte para colocarlo en el centro de la imagen y ajustando el zoom para conseguir que los bordes de la imagen coincidieran con los bordes del planetario. Ajusté el planetario para que sólo mostrara estrellas y Vía Láctea. Con esto logré que lo mostrado en el planetario fuera lo más parecido a la imagen, eso sí, con la ayuda inestimable de los puntos cardinales que aparecen en el planetario. Anoté los valores de azimut de los bordes izquierdo y derecho de la imagen.

Con estos valores cambié de aplicación, entrando en Google Earth para conseguir los valores de azimut de las poblaciones que podían causar la contaminación en la imagen. Establecí una marca de posición en el lugar de toma de la imagen y según los valores extremos de azimut, utilizando la herramienta “regla” del Google Earth, partiendo de la marca, unía dicha marca con los diferentes núcleos de población. En la ventana de la aplicación “regla”, aparecía la orientación de la línea resultante (azimut) y la distancia a la población. Realice una tabla con el nombre de cada población, su azimut y su distancia.

En este punto surgió un leve inconveniente ya que los azimuts de Starry Night y de Google Earth tienen orígenes distintos, unos toman el valor cero en el norte mientras el otro lo toma en el sur. Decidí cambiar los de la tabla sacada del Google Earth puesto que el resto del trabajo lo hacía con el planetario.

Ahora quedaba casar los puntos de contaminación con los nombres de las poblaciones de la tabla. Para ello dividí la pantalla del ordenador para colocar en una parte la imagen y la otra el planetario.

Empezaba por la imagen y buscaba una estrella o planeta que estuviera en la vertical de un punto de contaminación. Pasaba al planetario y con los menús de ayuda, conseguía su azimut. Consultaba posteriormente la tabla confeccionada anteriormente para identificar el núcleo de población que correspondía a dicho azimut.

He de decir que no hice este procedimiento para todas las poblaciones. Algunos núcleos de contaminación eran obvios de identificar, bien por su proximidad, importancia, o por la ausencia de otras poblaciones en su dirección.

El último paso es, tras obtener el permiso del autor de la imagen, rotular con un programa de tratamiento de imágenes, los nombres y distancias de los núcleos de población.

El resultado es el siguiente:

2 thoughts on “El eterno problema sin solución”

  1. Enhorabuena por el artículo. Desde hace años es un placer escucharte en UPA, haciendo fácil lo difícil (¡hasta la cuántica! -:) Ánimo y a ver si podemos leer pronto más fantásticos artículos como este.
    Gracias por tu trabajo (que, se nota, seguro que es también un placer) y el de tus compañeros de Un Punto Azul / Magallanes.
    Bor.

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