La espectroscopía nació de la mano de Sir Issac Newton, ya que fue el primero en descubrir que la luz blanca es una composición de varias luces distintas, que logró separa mediante un prisma. En su libro “Óptica” relata que la luz del sol, si se le interpone un prisma de descompone en luces que abarcan todos los colores del arcoíris. La luz, por tanto, tiene más información que la que aparenta.

Sir Isaac Newton experimentando con la luz

El gran paso siguiente lo dio Joseph von Franhoufer, un especialista con los vidrios y gran constructor de lentes. En sus intentos de mejorar la calidad óptica de sus lentes, observaba a menudo el espectro que dejaba la luz al atravesar un prisma o lente. Se dio cuenta que, si se aumentaba la imagen de ese arcoíris por medio de una lupa o telescopio, se le apreciaba líneas oscuras a lo largo de todo el espectro. Para descubrir más sobre esas líneas, intercaló materiales distintos en el paso de la luz y observó que dichas líneas cambiaban y llegó a especular que dichas líneas se derivaban de los materiales que interponía.

Joseph von Franhoufer

Bunsen y Kirchoff retomaron los estudios de Franhoufer y tomaron la posición e intensidad de dichas líneas y a asociar los patrones de esas líneas a sus materiales correspondientes, fueron los primeros que hicieron espectroscopía moderna.

Además, se dieron cuenta de que, si se excitaban los materiales que se interponían entre la luz y la pantalla y se dejaba de emitir luz, estos materiales emitían luz justo en las líneas que antes eran oscuras. Se dieron cuenta que los patrones eran uno el negativo del otro. Los espectros de emisión y absorción.

Gustav Robert Kirchoff (de pie) y Robert Wilhem Bunsen (sentado)

El primer gran éxito de la espectroscopía y muy vinculado a la astronomía lo realizaron los astrónomos Pierre Jules Cesar Janssen y Norman Lockyer en 1868, en una observación de un eclipse solar. Observaron la aparición de una línea que no se tenía catalogada hasta el momento en la zona amarilla del espectro, que corresponde al elemento Helio.

Pierre Jules Jansen (izquierda ) y Norman Lockyer (derecha)

 

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